Na quentura da recente trifulquilla enfermeiromediquil e do descabezamento do CGE de vai uns días saiume un exabrupto respecto a unha páxina feita en blogger por Carlos Tardío. En concreto, o epíteto foi "NO-BLOG" e tamén empreguei, de xeito desdeñoso o termo "Tablón" xunto coa apostilla "é como o telexornal" por non permitir comentarios...
Dando voltas ó redor da pista de atletismo o pasado mércores cavilei nelo e lembrei o "I congreso da blogosfera sanitaria" no que tan mal o pasei porque a miña presentación non tiña 'producto que vender'... e agora coido que non; eu fixen unha presentación sobre un blogue que se supuña que era o que trataba o congreso.
O que aconteceu foi algo natural deste medio que é internet e deste pais iberico... os blogues quedaron atrás ou mellor dito quedaron diluidos nunha chea de canais/medios nos que a xerarquía da información que coñecíamos se ve alterada cada vez mais.
Así que si ben cada quen pode "tratar ó seu blogue como a súa casa", pero non deixa de ser certo que unha vez emitida a mensaxe deixou de pertencerche e que por boas ou por malas a xente vai respostar-reaccionar; asi que ¿de que vale non permitir comentarios?.
No fondo é como os tablons de anúncios dos pasillos... eu teño un compañeiro que ve un cartel e vai dereito a él cun rotulador... sempre conquire respostar-reaccionar de xeito 'chufla' ó que lle dín no cartel.
Non quita eso que se empreguen as ferramentas de moderación de comentarios pois a diferencia entre comentarios anónimos (que eu permito) e o spam merece a pena.
Así aconteceu na trifulquilla; é mais, a cousa disparouse xustamente pola teima de non permitir un comentario que enlazaba a unha entrada de resposta... claro que os Media Manager saben empregar esas estratexias para darlle pulo ó que lles interesa; neso está o xogo.
A época da información univoca, unidireccional rematou; o asunto é aclararse na revolta de información que nos rodea e non caer, como dí Azu, na "infoxticación".
Esto publicarase mentras eu vou subindo as rampas dende Villfranca cara a Dragonte con outros 400 tolos intrépidos homenaxeando a un home recentemente falecido e que fixo esta proba o ano pasado con 90 anos de idade: Julián Bernal; ahí queda eso.
El flotador pinchado
Lo que voy a describir a continuación no es nada nuevo, salvo por un matiz que es el que quiero destacar por su importancia.
En el ámbito de seguridad del paciente como en muchas otras facetas tales como calidad u organización la sanidad sigue la estela de otros sectores adaptando a sus especiales características de servicio "persona a persona" las herramientas y métodos que han cumplido y cumplen muy bien su cometido.
Todo el que conoce nuestro medio de trabajo sabe que las personas que lo realizan son lo fundamental; su formación, su expertez (si, no su experiencia; esa por si sola de poco vale sin reflexión), su actitud... y "tener el día" pueden ser determinantes en el resultado de las funciones que se acometen.
Porque, justo es reconocerlo, la memoria y la atención de los humanos tiene límites y fallos. Las presiones a las que se somete nuestra atención en medio de una tarea compleja son tales que nuestra mente tiende a ignorar muchos detalles... fundamentales.
El desarrollo e implantación de sistemas que refuercen la seguridad del paciente en aquellas acciones en las que la (mala) experiencia debida a Incidentes/Eventos Adversos y el análisis "a priori" de los diseños y procesos; es uno de los principales caballos de batalla de nuestro sistema sanitario y se ha hecho realidad en los últimos años con medidas que TODOS consideramos lógicas, pero que aún así ha costado poner en marcha y, sobre todo, mantener en uso.
La identificación de los pacientes mediante dispositivos tipo pulsera con o sin medios de lectura remota (códigos de barras, RDIF, etc.) es de gran ayuda y, pese a sus inconvenientes (que los tiene) ha contribuido a la disminución de incidentes y eventos adversos y, en algunas implementaciones, ha incrementado la sencillez de la atención permitiendo aplicaciones que hasta hace poco parecían ciencia ficción. Pero, su fundamento básico; su verdadero valor sigue estando ahora y SIEMPRE en las personas y en su manera de hacer las cosas: La correcta.
Y ese es el peligro; que nos echemos en brazos de los "sistemas de seguridad" para pasar por alto que se trata únicamente de sistemas de refuerzo de la atención y la memoria, de facilitar los datos precisos en los momentos clave. No se trata de cambiar las prácticas correctas sino de reforzarlas; así la identificación del paciente con una pulsera no omite el realizar el paso de confirmación de la identidad en las acciones que lo requieran y que esta confirmación se realice de modo verbal. Es más, dicha comprobación verbal cotejada con lo que nos indique la pulsera nos puede servir de "tigger" para realizar otras comprobaciones cognitivas sencillas o avanzadas si no se disponía de información previa sobre un deterioro de este tipo (interesante idea para un trabajo de investigación, no?) aunque bien podría tratase de un "falso positivo" y ser la pulsera la que está mal... el caso es que no podemos (debemos) echarnos al proceloso mar de una tarea compleja y delicada confiando solamente en el flotador de un sistema por eficaz que sea; es nuestra capacidad de "nadar bien" la que principalmente nos va a mantener a flote y a ella debemos apelar. De lo contrario convertiremos a las herramientas de seguridad en 'flotadores pinchados' que lejos de facilitarnos nada, nos entorpecen y hunden.
A la hora de publicarse esta entrada estaré en Ávila exponiendo nuestra pequeña experiencia en torno a una de estas herramientas: La lista de comprobación quirúrgica (O Checklist)
En el ámbito de seguridad del paciente como en muchas otras facetas tales como calidad u organización la sanidad sigue la estela de otros sectores adaptando a sus especiales características de servicio "persona a persona" las herramientas y métodos que han cumplido y cumplen muy bien su cometido.
Todo el que conoce nuestro medio de trabajo sabe que las personas que lo realizan son lo fundamental; su formación, su expertez (si, no su experiencia; esa por si sola de poco vale sin reflexión), su actitud... y "tener el día" pueden ser determinantes en el resultado de las funciones que se acometen.
Porque, justo es reconocerlo, la memoria y la atención de los humanos tiene límites y fallos. Las presiones a las que se somete nuestra atención en medio de una tarea compleja son tales que nuestra mente tiende a ignorar muchos detalles... fundamentales.
El desarrollo e implantación de sistemas que refuercen la seguridad del paciente en aquellas acciones en las que la (mala) experiencia debida a Incidentes/Eventos Adversos y el análisis "a priori" de los diseños y procesos; es uno de los principales caballos de batalla de nuestro sistema sanitario y se ha hecho realidad en los últimos años con medidas que TODOS consideramos lógicas, pero que aún así ha costado poner en marcha y, sobre todo, mantener en uso.
La identificación de los pacientes mediante dispositivos tipo pulsera con o sin medios de lectura remota (códigos de barras, RDIF, etc.) es de gran ayuda y, pese a sus inconvenientes (que los tiene) ha contribuido a la disminución de incidentes y eventos adversos y, en algunas implementaciones, ha incrementado la sencillez de la atención permitiendo aplicaciones que hasta hace poco parecían ciencia ficción. Pero, su fundamento básico; su verdadero valor sigue estando ahora y SIEMPRE en las personas y en su manera de hacer las cosas: La correcta.
Y ese es el peligro; que nos echemos en brazos de los "sistemas de seguridad" para pasar por alto que se trata únicamente de sistemas de refuerzo de la atención y la memoria, de facilitar los datos precisos en los momentos clave. No se trata de cambiar las prácticas correctas sino de reforzarlas; así la identificación del paciente con una pulsera no omite el realizar el paso de confirmación de la identidad en las acciones que lo requieran y que esta confirmación se realice de modo verbal. Es más, dicha comprobación verbal cotejada con lo que nos indique la pulsera nos puede servir de "tigger" para realizar otras comprobaciones cognitivas sencillas o avanzadas si no se disponía de información previa sobre un deterioro de este tipo (interesante idea para un trabajo de investigación, no?) aunque bien podría tratase de un "falso positivo" y ser la pulsera la que está mal... el caso es que no podemos (debemos) echarnos al proceloso mar de una tarea compleja y delicada confiando solamente en el flotador de un sistema por eficaz que sea; es nuestra capacidad de "nadar bien" la que principalmente nos va a mantener a flote y a ella debemos apelar. De lo contrario convertiremos a las herramientas de seguridad en 'flotadores pinchados' que lejos de facilitarnos nada, nos entorpecen y hunden.
A la hora de publicarse esta entrada estaré en Ávila exponiendo nuestra pequeña experiencia en torno a una de estas herramientas: La lista de comprobación quirúrgica (O Checklist)
Nurse's Role in the Future of Health Care
Un reto, aunque a algunos les parezca un retillo es siempre algo que produce satisfacción cuando se consigue.
A mí los de Ene revista de enfermería me "dejaron caer" que sería bueno traducir este artículo y me ha parecido mas que oportuno y tras la trifulquilla de esta semana más...
Dos cosas; no soy traductor titulado y hay cosas del contexto de la atención sanitaria en los EEUU sin cuyo conocimiento (aunque sea superficial) no es posible entender este artículo...
A mí los de Ene revista de enfermería me "dejaron caer" que sería bueno traducir este artículo y me ha parecido mas que oportuno y tras la trifulquilla de esta semana más...
Dos cosas; no soy traductor titulado y hay cosas del contexto de la atención sanitaria en los EEUU sin cuyo conocimiento (aunque sea superficial) no es posible entender este artículo...
Foto original del NYT |
Al inicio de mi entrenamiento quirúrgico, ayudé a cuidar a un paciente de mediana edad que luchaba por recuperarse de una intervención de aorta, la arteria central del cuerpo y los vasos sanguíneos de las piernas. Con el paso de los días el cirujano al cargo empezó a consultar con otros especialistas hasta que la historia del paciente estuvo cargada con notas y sugerencias de estos.
El paciente se recuperó gracias al esfuerzo de todos. Sin embargo, una tarde mientras realizábamos el pase de visita por la unidad con el cirujano no pude menos que hacer una broma sobre el enorme peso de la historia, después de todo, era mi trabajo transportarla durante el pase de visita.
“Recuerda, para cuando vuelvas al mundo real” dijo, mientras me cogía la historia disminuyendo esa exagerada carga. “Cuando el barco se hunde tienes que conseguir que todos colaboren…”
Deberíamos recordar ese consejo ahora.
A medida que nos aproximamos a 2014, año en el que la pieza central de la reforma sanitaria; el decreto/ley de asistencia asequible y protección del paciente, entra en vigor se ha hecho evidentemente claro que el buque en el que estamos, nuestro sistema sanitario, está en proceso de hundimiento. Y no es la espiral de los costes o un exceso de confianza en la tecnología lo que más daña al sistema sino la gran cantidad de pacientes a los que tiene que servir.
Ya sobrecargado por un rápido incremento de la población anciana y sus complejos problemas de salud, el sistema deberá absorber 32 millones de nuevos asegurados en ese horizonte. Por otra parte en los próximos 10 años un tercio de los médicos actuales se jubilará pasando el déficit de médicos de 7000 a 100000 con escasez en todas las especialidades y no solamente en atención primaria.
Como miembros de una tripulación frenética moviendo las sillas en cubierta, los políticos, gestores, proveedores e incluso médicos y pacientes han mantenido su atención en una cosa: Los médicos. En todos los debates sobre como ajustar el número de facultades de medicina y plazas de residentes, en la reorganización de la programación de pagos y de los modelos de práctica, un grupo de actores ha estado notoriamente ausente: Las enfermeras.
Las enfermeras son el grupo más numeroso de sanitarios con más de 3 millones de colegiados pero pocos han participado en el debate sobre el futuro de la atención a los pacientes. Para paliar esto el Instituto de Medicina (si, de medicina) y la fundación Robert Word Johnson reunieron durante los dos últimos años a un panel de expertos en atención sanitaria para discutir el papel de la enfermería en la transformación del sistema de salud actual. Su informe final ha sido publicado el mes pasado con el no menos ambicioso título de “El futuro de la enfermería: Liderando el cambio, avanzando en salud”. (completo PDF).
El informe hace honor a su nombre. Sin caer en las diatribas en las que se meten las discusiones sobre el papel de los diferentes profesionales de la salud, este informe se basa en la evidencia acumulada en los últimos 50 años de ensayos clínicos sobre la eficacia de los cuidados de enfermería. Con casi 600 páginas, ofrece varias recomendaciones, incluyendo una llamada contra la actual fragmentación de la formación de las enfermeras y refutando la idea de que los médicos son los únicos que pueden realizar cambios en el sistema de salud (y cobrar por ello).
Los líderes de la enfermería han acogido favorablemente el informe. “Creo que es un buen proyecto para el futuro” dijo Catherine L. Gilliss, presidenta de la AAN (academia americana de enfermería), que no formó parte del panel.
Parte del plan incluye servicios innovadores dirigidos por enfermeras, como el programa de Modelo de cuidados transicionales de la universidad de Pennsylvania en Philadelphia, en el que las enfermeras se asignan a los pacientes ancianos que presentan alto riesgo de recaída. Hasta tres meses después del alta se realizan visitas a domicilio, acompañan a los pacientes al consultorio y colaboran con los cuidadores y médicos de atención primaria. En los primeros ensayos el programa disminuyó significativamente los reingresos hospitalarios con un coste medio de unos 5000$ por paciente. Pero debido a que no todos los actores estaban dispuestos a asignar pacientes en un programa dirigido por enfermeras o pagar por un nuevo servicio de enfermería, no todos los pacientes seleccionables fueron incluidos en el programa pues no recuperarían el dinero (pago por adelantado y reembolso).
“Lo operativamente fundamental es la cultura del cuidado” dice Mary D. Taylor, Investigadora principal en el programa de Modelo de cuidados transicionales y profesora de enfermería de la Universidad de Pennsylvania. “No se reconoce cuan crítico es maximizar la contribución de todos”.
Pero el informe es igual de contundente en instar un cambio en la modo en que se forma a la enfermería, dando cuenta de las décadas de lucha para definir qué es exactamente una enfermera. El término “enfermera” (colegiada) se puede referir a los graduados de programas asociados de dos años, programas de licenciatura de cuatro años y programas de master o doctorado avanzados. Además de proponer la obligatoriedad de una formación de postgrado clínico, o de residencia, similar a los planes de estudio médico, el panel recomendó aumentar el número de enfermeras graduadas desde el 50 al 80% y duplicar el número de enfermeras con título de doctorado en los próximos 10 años.
El panel tiene previsto volverse a reunir el día 30 (webinario), esta vez para discutir la aplicación de sus recomendaciones. Tendrá que trabajar mucho para ello. Los críticos, como la AMA (asociación médica de EEUU) han dicho que el informe omite la amplia educación y entrenamiento de los médicos e ignora la importancia de los equipos dirigidos por médicos para asegurar la seguridad del paciente. En su declaración oficial la AMA advierte que “con la escasez actual de médicos y enfermeras aumentar la responsabilidad de las enfermeras no es la respuesta a la escasez de médicos”.
Cualquiera que sea el resultado final, los líderes de la comunidad enfermera creen que el informe es un primer paso importante para que las enfermeras se organicen para servir mejor a los pacientes durante las próximas décadas.
“No creo que ningún grupo tenga la clave en la defensa del paciente” dice D. Gilliss “y no creo que ninguno esté limitado a llegar al medio del paciente, haciendo visitas domiciliarias, como si fuese algo fuera de lo ordinario”
“Hacen falta muchas manos” añadió “y puede ser un momento brillante para la enfermería”.
Manifesto 2.0
Cuando empecé a oir, hace años, ciertas postulaciones que me parecían más filosóficas que prácticas pensaba que existía una tremenda desconexión entre quienes formulaban dichos dictados y la realidad de los centros de trabajo.
Con el tiempo he entendido que para que ciertos cambios 'arranquen' es necesario un primer enfoque fundamental que aclare el panorama, que analice donde estamos y a donde queremos ir y enumere ciertos puntos fundamentales.
Ahora, gracias a las TIC cualquiera ha podido participar en la formulación de este Manifiesto que si bien nació en un grupo de reflexión muy concreto en un medio específico tiene una visión de universalidad evidente. Agradezco a la gente de Abla su generosidad y a tod@s los colaboradores su esfuerzo y su tiempo.
Con el tiempo he entendido que para que ciertos cambios 'arranquen' es necesario un primer enfoque fundamental que aclare el panorama, que analice donde estamos y a donde queremos ir y enumere ciertos puntos fundamentales.
Ahora, gracias a las TIC cualquiera ha podido participar en la formulación de este Manifiesto que si bien nació en un grupo de reflexión muy concreto en un medio específico tiene una visión de universalidad evidente. Agradezco a la gente de Abla su generosidad y a tod@s los colaboradores su esfuerzo y su tiempo.
Créditos contra el descrédito
Hago esta entrada desde un punto de vista personal y, en este caso, como una confesión de ignorancia.
En los 18 años que llevo en esto he acudido a unos 16 congresos/jornadas de todos ellos he regresado con el correspondiente certificado de asistencia... supongo que habrá a quien todo eso le parezca mucho y otro grupo permanecerá silencioso pensando "que pocos..." pero no es de cantidad de lo que quiero hablar.
En nuestro actual sistema la asistencia a los 'eventos' tiene un coste con doble factor (o triple) el primero es el factor económico directo que se refiere a la inscripción en dichas actividades pues si bien existe un buen número de ellas gratuitas (por ejemplo; la del próximo día 23 en el MSC sobre el informe final de proyecto SENECA) lo cierto es que las inscripciones de estas actividades representan unas cifras considerables a las que se añaden los talleres si se quiere participar en ellos. Este coste se encuentra, desde mi punto de vista sobrevalorado por motivos contables que no vienen al caso o sí, pero no es el centro de este discurso.
A ese coste se añade el del necesario desplazamiento y alojamiento en el caso de no celebrarse en nuestra ubicación cosa que, para los que somos de sitios chulos y llenos de encanto es algo habitual (!!!ahí queda eso¡¡¡) .
Ambos costes económicos son sufragados directa o indirectamente por el congresista/interesado y/o "financiados" por... y paro de contar que, repito, no es el camino de hoy.
Pero hay un coste que por repercutir en tod@s no es de nadie y que es el del tiempo que la administración (en su caso) concede a sus trabajadores para acudir a dichos eventos.
Nadie puede cuestionar que en ocasiones así se produce intercambio de información por múltiples vías; que van desde las mismas ponencias que se escuchan y se tiene ocasión de comentar, los distintos posters que se ven, los talleres, la muestra comercial con su documentación y contacto directo con los productos, la interacción con compañer@s de distintos centros que afrontan problemas parecidos... es innegable que, si se quiere, se puede asimilar, compartir, aprender.
Pero es también innegable que la recogida de la documentación no garantiza para nada dicha actividad y que existen 'ovejas negras' que se apuntan a eventos en los lugares más remotos para "otras actividades" más ociosas... por ello me agradó ver que en el II congreso nacional de enfermería en cirugía se controlaba la entrada y salida de las salas de sesiones mediante un chip RDIF en la tarjeta de congresista como veis en esta foto de la mía.
El asunto es que, por lo menos los créditos de CfC se otorgan en base a esos registros y a la valoración que cada congresista hizo de cada una de las ponencias y comunicaciones a las que acudió. Desde mi punto de vista es un avance aunque sé que "hecha la ley hecha la trampa" y que la picaresca es una característica social muy marcada en nuestra sociedad a la que no somos ajenos. Se trata de una tecnología relativamente barata ya y que, por lo menos, exige cierta molestia para 'saltarsela' y a las personas que acuden con rigor les registra de modo sencillo y fácil su actividad en el evento sin preocuparse de firmar en hojas que se pierden.
Tardaremos en ver que se exijan los créditos de CfC para justificar los permisos por congresos/jornadas, pero sería lo lógico si un sistema como este se emplease, ¿no?.
En los 18 años que llevo en esto he acudido a unos 16 congresos/jornadas de todos ellos he regresado con el correspondiente certificado de asistencia... supongo que habrá a quien todo eso le parezca mucho y otro grupo permanecerá silencioso pensando "que pocos..." pero no es de cantidad de lo que quiero hablar.
En nuestro actual sistema la asistencia a los 'eventos' tiene un coste con doble factor (o triple) el primero es el factor económico directo que se refiere a la inscripción en dichas actividades pues si bien existe un buen número de ellas gratuitas (por ejemplo; la del próximo día 23 en el MSC sobre el informe final de proyecto SENECA) lo cierto es que las inscripciones de estas actividades representan unas cifras considerables a las que se añaden los talleres si se quiere participar en ellos. Este coste se encuentra, desde mi punto de vista sobrevalorado por motivos contables que no vienen al caso o sí, pero no es el centro de este discurso.
A ese coste se añade el del necesario desplazamiento y alojamiento en el caso de no celebrarse en nuestra ubicación cosa que, para los que somos de sitios chulos y llenos de encanto es algo habitual (!!!ahí queda eso¡¡¡) .
Ambos costes económicos son sufragados directa o indirectamente por el congresista/interesado y/o "financiados" por... y paro de contar que, repito, no es el camino de hoy.
Pero hay un coste que por repercutir en tod@s no es de nadie y que es el del tiempo que la administración (en su caso) concede a sus trabajadores para acudir a dichos eventos.
Nadie puede cuestionar que en ocasiones así se produce intercambio de información por múltiples vías; que van desde las mismas ponencias que se escuchan y se tiene ocasión de comentar, los distintos posters que se ven, los talleres, la muestra comercial con su documentación y contacto directo con los productos, la interacción con compañer@s de distintos centros que afrontan problemas parecidos... es innegable que, si se quiere, se puede asimilar, compartir, aprender.
Pero es también innegable que la recogida de la documentación no garantiza para nada dicha actividad y que existen 'ovejas negras' que se apuntan a eventos en los lugares más remotos para "otras actividades" más ociosas... por ello me agradó ver que en el II congreso nacional de enfermería en cirugía se controlaba la entrada y salida de las salas de sesiones mediante un chip RDIF en la tarjeta de congresista como veis en esta foto de la mía.
El asunto es que, por lo menos los créditos de CfC se otorgan en base a esos registros y a la valoración que cada congresista hizo de cada una de las ponencias y comunicaciones a las que acudió. Desde mi punto de vista es un avance aunque sé que "hecha la ley hecha la trampa" y que la picaresca es una característica social muy marcada en nuestra sociedad a la que no somos ajenos. Se trata de una tecnología relativamente barata ya y que, por lo menos, exige cierta molestia para 'saltarsela' y a las personas que acuden con rigor les registra de modo sencillo y fácil su actividad en el evento sin preocuparse de firmar en hojas que se pierden.
Tardaremos en ver que se exijan los créditos de CfC para justificar los permisos por congresos/jornadas, pero sería lo lógico si un sistema como este se emplease, ¿no?.
Los términos ante los hechos
Cuando se intenta poner en marcha una mejora en un trabajo que se realiza en equipo es imprescindible la participación de sus miembros bien directamente, bien mediante representación. Las comisiones de diversos enfoques que existen en los centros sanitarios son foros reconocidos oficialmente en los que se articula la participación de los profesionales y trabajadores en la actividad de la institución desde un punto de vista puramente técnico y científico.
El papel de nuestra profesión en dichas comisiones era, en un principio, un fiel reflejo del status que se le asignaba a un "oficio" subordinado; aunque en la práctica las observaciones y aportaciones de las enfermeras en las comisiones fueran de gran ayuda para detectar y afrontar problemas por su conocimiento de la situación "sobre el terreno" la profesión se encontraba subrepresentada y sus argumentos eran silenciados con datos que no estaban a su alcance o con el ramplón argumento de la autoridad.
Pasado el tiempo y gracias al esfuerzo que nuestras antecesoras hicieron para conseguir que ese "oficio" tuviese una formación reglada de caracter universitario la presencia de la enfermería en las comisiones dejó de ser algo puntual para tener más calado, pero seguían faltando argumentos y sobraban los temas de interrelación entre otros profesionales para llenar las agendas; los bostezos entre los que se debatían aquellas compañeras mientras los 'especialitos' se sacaban hasta el hígado por usar tal o cual antibiótico o por quien se hacía cargo de una u otra patología no eran de indolencia, eran por no reir.
"¿y que hay de nuestro libro?" se preguntaban, porque los temas de cuidados sólo surgían para recibir el peso de la culpa cuando convenía siendo por lo demás ignorados en su ser. Porque, si bien es cierto que en un centro hospitalario el paciente al que cuidamos no es distinto del que está siendo diagnosticado y tratado de una dolencia; esto es, el paciente es uno y el equipo lo atiende conjuntamente desde sus distintos focos. No es menos cierto que existe un 'equipo de cuidados' que realiza también su labor multidisciplinar a pie de cama con, hay que decirlo, su complejidad y sus desencuentros.
Los temas de cuidados tienen la suficiente entidad e importancia para la actividad de una institución sanitaria como para merecer un foro profesional propio en el que se estudien los problemas que existen en la actividad que realizamos; esos que afectan a los pacientes y que a ningún médico le competen porque son FACULTAD del equipo de enfermería, temas de relación entre las unidades, de comunicación en el equipo, de flujos de información, de crear procedimientos comunes que estandaricen la práctica profesional en el centro, temas...
Ergo surgen las Comisiones de cuidados. Pero he te aquí que una vez sensibilizada la administración sobre la necesidad de este foro profesional en los centros y avanzados en su creación y puesta en marcha encontramos que su nombre diáfano y claro necesita un apellido y que este genera, al parecer, confusión: Clínica.
No parece ser discutible que el trabajo de enfermería en un hospital, sobre todo en las unidades de hospitalización es un trabajo "a pié de cama" que es la raíz etimológica de la palabra en cuestión y que; perdón por la rotundidad, desde el inicio de la historia antes de haber una persona desentrañando el quid de una patología y su tratamiento junto a un humano enfermo había otro que se encargaba de CUIDAR. Esto es, en llano, antes de haber un médico -clinico- había una enfermera -clinica- al lado del enfermo.
Pero el peso de la historia no es un argumento para nada y debemos reconducir esta confusión al terreno de la lógica operativa lejos de bizantinas disputas etimológicas. No sería concebible que un foro de trabajo sobre trámites y procedimientos administrativos, liquidación de partidas presupuestarias etc. dependiera de dirección de enfermería como tampoco lo es que una comisión sobre cuidados dependa orgánicamente de una dirección médica.
¿Es esto lo importante? NO. Lo importante es integrar a un conjunto de profesionales que asesoren e informen sobre los documentos y registros, sobre las acciones y sus consecuencias, sobre posibilidades y barreras; un equipo que sea oídos y voz, colector y difusor que se forme y que forme.
Cierto es que el liderazgo no es orgánico, pero si la iniciativa. Se puede estar más o menos de acuerdo con los focos de esta iniciativa, pero ¿no es mejor iniciativa que desidia?.
El papel de nuestra profesión en dichas comisiones era, en un principio, un fiel reflejo del status que se le asignaba a un "oficio" subordinado; aunque en la práctica las observaciones y aportaciones de las enfermeras en las comisiones fueran de gran ayuda para detectar y afrontar problemas por su conocimiento de la situación "sobre el terreno" la profesión se encontraba subrepresentada y sus argumentos eran silenciados con datos que no estaban a su alcance o con el ramplón argumento de la autoridad.
Pasado el tiempo y gracias al esfuerzo que nuestras antecesoras hicieron para conseguir que ese "oficio" tuviese una formación reglada de caracter universitario la presencia de la enfermería en las comisiones dejó de ser algo puntual para tener más calado, pero seguían faltando argumentos y sobraban los temas de interrelación entre otros profesionales para llenar las agendas; los bostezos entre los que se debatían aquellas compañeras mientras los 'especialitos' se sacaban hasta el hígado por usar tal o cual antibiótico o por quien se hacía cargo de una u otra patología no eran de indolencia, eran por no reir.
"¿y que hay de nuestro libro?" se preguntaban, porque los temas de cuidados sólo surgían para recibir el peso de la culpa cuando convenía siendo por lo demás ignorados en su ser. Porque, si bien es cierto que en un centro hospitalario el paciente al que cuidamos no es distinto del que está siendo diagnosticado y tratado de una dolencia; esto es, el paciente es uno y el equipo lo atiende conjuntamente desde sus distintos focos. No es menos cierto que existe un 'equipo de cuidados' que realiza también su labor multidisciplinar a pie de cama con, hay que decirlo, su complejidad y sus desencuentros.
Los temas de cuidados tienen la suficiente entidad e importancia para la actividad de una institución sanitaria como para merecer un foro profesional propio en el que se estudien los problemas que existen en la actividad que realizamos; esos que afectan a los pacientes y que a ningún médico le competen porque son FACULTAD del equipo de enfermería, temas de relación entre las unidades, de comunicación en el equipo, de flujos de información, de crear procedimientos comunes que estandaricen la práctica profesional en el centro, temas...
Ergo surgen las Comisiones de cuidados. Pero he te aquí que una vez sensibilizada la administración sobre la necesidad de este foro profesional en los centros y avanzados en su creación y puesta en marcha encontramos que su nombre diáfano y claro necesita un apellido y que este genera, al parecer, confusión: Clínica.
No parece ser discutible que el trabajo de enfermería en un hospital, sobre todo en las unidades de hospitalización es un trabajo "a pié de cama" que es la raíz etimológica de la palabra en cuestión y que; perdón por la rotundidad, desde el inicio de la historia antes de haber una persona desentrañando el quid de una patología y su tratamiento junto a un humano enfermo había otro que se encargaba de CUIDAR. Esto es, en llano, antes de haber un médico -clinico- había una enfermera -clinica- al lado del enfermo.
Pero el peso de la historia no es un argumento para nada y debemos reconducir esta confusión al terreno de la lógica operativa lejos de bizantinas disputas etimológicas. No sería concebible que un foro de trabajo sobre trámites y procedimientos administrativos, liquidación de partidas presupuestarias etc. dependiera de dirección de enfermería como tampoco lo es que una comisión sobre cuidados dependa orgánicamente de una dirección médica.
¿Es esto lo importante? NO. Lo importante es integrar a un conjunto de profesionales que asesoren e informen sobre los documentos y registros, sobre las acciones y sus consecuencias, sobre posibilidades y barreras; un equipo que sea oídos y voz, colector y difusor que se forme y que forme.
Cierto es que el liderazgo no es orgánico, pero si la iniciativa. Se puede estar más o menos de acuerdo con los focos de esta iniciativa, pero ¿no es mejor iniciativa que desidia?.
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