También he venido alertando que nuestro papel como "prescriptores" u orientadores respecto a las aplicaciones es fundamental y para ello debemos estar preparados y actualizados lejos de los cantos de sirena y de las charlatanerías baratas alentadas cuando no pagadas desde el interés y no respaldadas por resultados "en" las personas.
Dentro de las múltiples confusiones (buscadas o no) alrededor de las apps la que más en boga se encuentra es la MONITORIZACIÓN de parámetros hasta ahora considerados clínicos o de otros que ya algunos nos medíamos sin caer en cuenta de "su importancia para la salud".
Cuando hace 25 años entrenaba para triatlon (y cualquiera que entrenase en aquella época) la medición de las pulsaciones tras una serie anaeróbica y a los 30" se decía que nos indicaba nuestra "capacidad de recuperación del esfuerzo"; cuando salieron los pulsómetros asequibles de precio se instauró la tendencia al entrenamiento aeróbico controlado (dentro de ciertos parámetros de frecuencia cardíaca). Hoy en día podría medir, conservar, analizar y compartir mi registro de frecuencia cardíaca durante el entrenamiento y seguro que lo podría hacer "en directo", pero ¿es esto monitorizar "salud"? ¿o es bienestar?
Subrayé la palabra analizar porque ahí existe ya un riesgo importante... ¿conocen los usuarios que emplean esas herramientas qué tipo de análisis, qué algoritmo, cual es su validación, cual su fiabilidad....? ¿la conocen los profesionales que "las indican"?¿está disponible esta información?.
Pero, además hacer las cosas por hacerlas es 'tontería' y en este caso me pregunto ¿porqué una persona sana ha de analizar todos sus registros de frecuencia cardíaca de entrenamiento? ¿qué consecuencias puede tener? Cuando pienso en esto me viene a la cabeza el "caso PSA" y la cantidad de personas que, sin necesitarlo, se han sometido a pruebas agresivas y con riesgo (y con daño) por el control de un parámetro secundario.
Y lo de "compartir"? El data-mining de salud promete grandes avances, pero ¿son estos los datos?
La confusión entre salud y bienestar alentada desde todos los frentes interesados (no hay más que ver las cifras astronómicas que se están moviendo en publicidad) están haciendo que los profesionales de la sanidad, atrapados entre el deber de actuar sobre condicionantes de salud modificables y la supuesta gratuidad de estos avances, nos lancemos a recomendar el uso de apps que... no son de salud, son de bienestar pero que al usuario, una vez le llegan de 'nuestra parte' ya le parece que son "del sistema".
Es evidente que esta "integración" tiene que ver con la llegada de los dispositivos vestibles y sus grandes oportunidades, incluso para la salud pero sin confusiones y con transparencia.
EDICIÓN 1/7/2014
Siempre digo que lo mejor de las redes son las conversaciones y aún mejor si existen discrepancias o diferentes puntos de vista.
Cuando uno pone un ejemplo lo hace para ilustrar pero, a veces, las conversaciones se centran en el ejemplo y no en el fondo... pero también aportan; en fin, que tras este tuit:
@EnferEvidente la diferencia entre datos, informacion, conocimiento y sabiduria. #appsalud solo escarban lo primero, para todo lo demas...
— Enrique Castro (@castrocloud) junio 29, 2014
Se generó un pequeño debate con @CuerpoSapiens (al que agradezco su sincera opinión) que, además de en el ejemplo dio como fruto intercambios como este:
@castrocloud @EnferEvidente Bueno, así planteado es distinto. El problema nunca es la herramienta, salvo que sea mala, el problema es humano
— Francisco Canales (@CuerpoSapiens) junio 30, 2014
o este:
@EnferEvidente @castrocloud inevitable, mejor que sanitarios desarrollen apps fiables, la gente no sigue pautas saludables pero cree en apps
— Francisco Canales (@CuerpoSapiens) junio 30, 2014
En fin, el debate de la confusión también está abierto y es que tampoco en apps (como en la web) "todo vale".