Servicios clínicos, servicios multidisciplinares, servicios multiprofesionales.
Cuanto más avanza el tiempo más convencido estoy de que si la asistencia la brindamos las personas a las personas somos los profesionales los más indicados para organizar esa atención. Pero para ello es necesario un impulso ‘desde arriba’ que cree el ambiente adecuado entre todos y que genere la suficiente libertad para que las ideas y la información circulen.
En las estructuras más tradicionales la atención se brinda por servicios clínicos en los que facultativos de una misma especialidad organizan sus actuaciones a lo largo de los diferentes espacios en los que las personas que presentan las patologías y problemas de salud que están incluidos en la cartera de servicios de ese servicio clínico. Esta definición ya vislumbra la más que posible desconexión entre las rutinas de trabajo y los flujos de información de esos diferentes espacios y, lo más grave, el absoluto desconocimiento de la labor de los demás que lleva irrevocablemente a pensar a los profesionales de cada servicio que los otros no se esfuerza tanto como ellos. Así mismo las interrelaciones entre servicios clínicos se restringían a las coincidencias en comisiones clínicas del centro de trabajo (comisión de infecciones, de farmacia, etc.) o a las puntuales hojas de consulta en las que muchas veces más que colaboración se vislumbra un deseo de ‘pasar la pelota’ sin que existiera una sistemática para abordar la multitud de casos en las que la realidad de los problemas sobrepasa a una estructura de este tipo.
Desde que se han empezado a implantar en nuestro entorno los esquemas de trabajo enfocados a la calidad como los modelos de CALIDAD TOTAL o el más actual modelo EFQM se ha visto la necesidad de que los equipos se convirtiesen en multidisciplinares, como abordaje lógico de entidades clínicas que, a poco avanzadas que estuviesen, implicaban a varias disciplinas médicas cuya actuación por separado causaba más problemas que beneficio a los pacientes. Áreas clínicas o simplemente servicios multidisciplinares empezaron a surgir en centros de referencia primero integrando dentro de un servicio clínico concreto a especialistas de otras ramas, luego ya aportando diversos servicios clínicos su ‘cuota de horas’ a una prestación común. Este cambio organizativo tiene como ventaja principal que OBLIGA AL DÍALOGO en beneficio de la atención de los pacientes de ese servicio/área sin poner como prioridad su pertenencia a un servicio clínico u otro.
Pero cualquier lector con conocimiento de este trabajo se habrá percatado de que este nuevo enfoque con ser bueno no es suficiente. ¿Qué hay de lo nuestro? Pues eso, seguimos siendo una especie de ‘cajas’ cerradas, sin más contacto que la puntual búsqueda de información que no por reiterada nos sirve para decir: “habrá que enviaros una copia semanal” o “podríamos mejorar esto si nos informamos con tiempo”. Multidisciplinar no es igual a multiprofesional (bueno, puede que sí; pero no para la finalidad de esta diatriba) y lo que vengo preanunciando es justamente eso. Aún los actuales servicios multidisciplinares únicamente contemplan la gestión clínica como una prerrogativa facultativa en este caso de profesionales de varias especialidades médicas agrupados.
Un equipo multiprofesional conjuntaría todos los aspectos de la atención sanitaria a los pacientes con patologías de un mismo tipo de entidad clínica principal o con afectación preferente de un sistema fisiológico; engloba todos los espacios de atención (si, incluso la domiciliaria sería susceptible de encuadrase aquí) y a todos los profesionales implicados en esa atención. La configuración de esta clase de equipos y su dotación de las capacidades autorganizativas necesarias dentro de un marco claro de objetivos de resultados vinculados a la seguridad, efectividad y eficiencia en el uso de los recursos constituiría un buen paso en favor de una reforma de la sanidad pública pero necesitaría de reformas legales que pocos están dispuestos a asumir y, sobre todo, necesitaría de muchos profesionales con otra formación, otra cultura y otras capacidades en lo referente al trabajo en equipo.
Bien, termino esta pequeña tormenta de ideas recordando que no es el control ni la aritmética la que gobierna los fenómenos a los que nos enfrentamos y que necesitamos de un cierto grado de caos controlado, de cierta diversidad de opciones para conseguir que el complejo y cambiante entorno en el que nos movemos enfrente con éxito los retos del día a día para el bien de la sociedad de la que depende.
En las estructuras más tradicionales la atención se brinda por servicios clínicos en los que facultativos de una misma especialidad organizan sus actuaciones a lo largo de los diferentes espacios en los que las personas que presentan las patologías y problemas de salud que están incluidos en la cartera de servicios de ese servicio clínico. Esta definición ya vislumbra la más que posible desconexión entre las rutinas de trabajo y los flujos de información de esos diferentes espacios y, lo más grave, el absoluto desconocimiento de la labor de los demás que lleva irrevocablemente a pensar a los profesionales de cada servicio que los otros no se esfuerza tanto como ellos. Así mismo las interrelaciones entre servicios clínicos se restringían a las coincidencias en comisiones clínicas del centro de trabajo (comisión de infecciones, de farmacia, etc.) o a las puntuales hojas de consulta en las que muchas veces más que colaboración se vislumbra un deseo de ‘pasar la pelota’ sin que existiera una sistemática para abordar la multitud de casos en las que la realidad de los problemas sobrepasa a una estructura de este tipo.
Desde que se han empezado a implantar en nuestro entorno los esquemas de trabajo enfocados a la calidad como los modelos de CALIDAD TOTAL o el más actual modelo EFQM se ha visto la necesidad de que los equipos se convirtiesen en multidisciplinares, como abordaje lógico de entidades clínicas que, a poco avanzadas que estuviesen, implicaban a varias disciplinas médicas cuya actuación por separado causaba más problemas que beneficio a los pacientes. Áreas clínicas o simplemente servicios multidisciplinares empezaron a surgir en centros de referencia primero integrando dentro de un servicio clínico concreto a especialistas de otras ramas, luego ya aportando diversos servicios clínicos su ‘cuota de horas’ a una prestación común. Este cambio organizativo tiene como ventaja principal que OBLIGA AL DÍALOGO en beneficio de la atención de los pacientes de ese servicio/área sin poner como prioridad su pertenencia a un servicio clínico u otro.
Pero cualquier lector con conocimiento de este trabajo se habrá percatado de que este nuevo enfoque con ser bueno no es suficiente. ¿Qué hay de lo nuestro? Pues eso, seguimos siendo una especie de ‘cajas’ cerradas, sin más contacto que la puntual búsqueda de información que no por reiterada nos sirve para decir: “habrá que enviaros una copia semanal” o “podríamos mejorar esto si nos informamos con tiempo”. Multidisciplinar no es igual a multiprofesional (bueno, puede que sí; pero no para la finalidad de esta diatriba) y lo que vengo preanunciando es justamente eso. Aún los actuales servicios multidisciplinares únicamente contemplan la gestión clínica como una prerrogativa facultativa en este caso de profesionales de varias especialidades médicas agrupados.
Un equipo multiprofesional conjuntaría todos los aspectos de la atención sanitaria a los pacientes con patologías de un mismo tipo de entidad clínica principal o con afectación preferente de un sistema fisiológico; engloba todos los espacios de atención (si, incluso la domiciliaria sería susceptible de encuadrase aquí) y a todos los profesionales implicados en esa atención. La configuración de esta clase de equipos y su dotación de las capacidades autorganizativas necesarias dentro de un marco claro de objetivos de resultados vinculados a la seguridad, efectividad y eficiencia en el uso de los recursos constituiría un buen paso en favor de una reforma de la sanidad pública pero necesitaría de reformas legales que pocos están dispuestos a asumir y, sobre todo, necesitaría de muchos profesionales con otra formación, otra cultura y otras capacidades en lo referente al trabajo en equipo.
Bien, termino esta pequeña tormenta de ideas recordando que no es el control ni la aritmética la que gobierna los fenómenos a los que nos enfrentamos y que necesitamos de un cierto grado de caos controlado, de cierta diversidad de opciones para conseguir que el complejo y cambiante entorno en el que nos movemos enfrente con éxito los retos del día a día para el bien de la sociedad de la que depende.
1 comentario:
Normas de Publicación de Comentarios:
1.-Non se aceptarán comentarios que non teñan relación coa temática tratada neste blogue e o artigo en cuestión. Para comentarios de índole xeral empregar outras canles.
2.-Prefírense os comentarios asinados ainda que se permiten os anónimos. A educación e o respeto son imprescindibles porén a confrontación argumental que poida existir. Non se publicarán descualificacions ou insultos aínda que o autor se identifique.
3.-Si o teu comentario non se publica ó cabo de 48 horas podes porte en contacto polas vías alternativas; asemade si sufres atrancos técnicos.
Gracias pola túa aportación
Gracias por tu aportación
thanks for your input
Subscribirse a:
Publicar comentarios (Atom)
Xosé en nuestro país llevamos años teorizando, no me malinterpretes, lo que debemos es practicar soluciones. Y por ahora yo no vislumbro nada que sea verdaderamente resolutivo.Cuanto más motivada y preclara es la persona (profesional) más se la margina y autolimita. Es un poco como lo del paracetamol y las vacunas, si es todo lo mismo.LLevamos años haciéndolo así y nos va bien para que cambiar.
ResponderEliminarSí, de vez en cuando hay experiencias en Hospitales o como en el Centro de Casteldefell y las enfermeras que han gestionado las visitas espontáneas.
Pero nuestro entorno habitual es otro, al menos el mío.