Ya hace año y medio me preguntaba si las aplicaciones sanitarias necesitaban una regulación administrativa y no simples sellos de 'autoacreditación' truco de malabares que la industria tiene bien aprendida con el que intenta acelerar la "entrada en el mercado" de sus productos.
Los americanos son conscientes del delicado equilibrio que deben tener entre el desarrollo de una industria estratégica para el país y la necesaria garantía de fiabilidad técnica y de seguridad y privacidad de los datos de unos dispositivos que más pronto que tarde van a formar parte de la vida cotidiana de una sociedad inmersa en un proceso de "empoderado de la enfermedad"... en vez de "empoderar la salud", pero ese es otro tema.
Así pues hace un mes y medio la FDA publicó un anuncio clarificando las caracteristicas de las aplicaciones que serán reguladas:
A. Las que se utilizan como un accesorio para dispositivos médicos ya regulados por la FDA (por ejemplo, una aplicación que permite a un profesional de la salud para hacer un diagnóstico específico mediante la visualización de una imagen médica de un sistema de archivo y comunicación (PACS) en un teléfono inteligente o una tableta).Desde ese momento está abierto el proceso de consulta sobre el borrador de la regulación un proceso de cuyo resultado dependerá el futuro desarrollo de este potentísimo sector y su futura contribución a los cuidados de salud
B. Las que transforman un dispositivo móvil de comunicaciones en un producto sanitario regulado mediante el uso de los accesorios, sensores u otros dispositivos (por ejemplo, una aplicación que convierte un teléfono inteligente en una máquina de ECG para detectar ritmos anormales del corazón o determinar si un paciente está sufriendo un ataque al corazón).
En un entorno como el nuestro de sanidad mayoritariamente pública pero "repartida" entre 17 proveedores diferentes (las recientes ofuscasiones respecto a la prestación farmaceutica son la punta del iceberg) el conocimiento de las aplicaciones de monitorización remota que, no tardando mucho, se pondrán en marcha formará parte de las habilidades necesarias de las enfermeras y tanto participar en el diseño de las mismas como en su proceso de regulación y selección para la administración puede parecer algo lejano; pero creedme, ahí hay un nicho de trabajo para las nuevas generaciones de enfermeras que se están formando mientras esperan consguir un empleo estable "en lo suyo". Otra punto de interés es la necesaria formación sobre el uso de las aplicaciones por los pacientes (la formación de formadores) y explotación de los datos por los profesionales algo que, si las administraciones son previsoras irá incluído en los contratos de concesión de uso de la aplicación pero que alguien deberá impartila; ¿porqué no una enfermera?.
Muy interesante lo que apuntas Salva. Realmente se tiene en cuenta a la enfermeria para las cuestiones que señalas? A dis de hoy, creo que no. Por eso pasa lo que pasa. Para formar parte del panel de expertos que decidan sobre las aplicaciones sanitarias, creo que hay que tener ciertas habilidades y conocimientos que primero, han de ser reconocidos como relevantes. Mientras haya un ampio sector de la población enfermeril que piense que la tecnología en castigo divino, no podemos aspirar a formar parte de ese panel de expertos. Primero hay que cambiar de actitud, no crees?
ResponderEliminarBueno, torres mas altas han caido.
Un abrazo!